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Mamotreto III. Prosigue la Loçana y pregunta a la tía
loçana:
Señora tía, ¿es aquel que está paseándose con aquel que suena los órganos?
¡Por su vida, que lo llame! ¡Ay, cómo es dispuesto! ¡Y qué ojos tan lindos! ¡Qué çeja par
tida! ¡Qué pierna tan seca y enxuta! ¿Chinelas trae? ¡Qué pie para galochas y ça
patilla zeyena! Querría que se quitasse los guantes por verle qué mano tiene. Acá mi
ra. ¿Quiere vuestra merçed que me asome? tía: No, hija, que yo quiero yr abaxo, y él me
verná a hablar, y quando él estará abaxo, vos vernéys. Si os hablare, abaxá la cabeça
y pasaos y, si yo os dixere que le habléys, vos llegá cortés y hazé vna reuerençia
y, si os tomare la mano, retraeos hazia’trás, porque, como dizen: “Amuestra a
tu marido el copo, mas no del todo”. Y desta manera él dará de sí y veremos qué
quiere hazer. loçana: ¿Veislo? Viene acá. mercader: Señora, ¿qué se haze? tía: Señor,
seruiros y mirar en vuestra merçed la lindeza de Diomedes el Rauegnano. mercader:
Señora, pues ansí me llamo yo. Madre mía, yo querría ver aquella vuestra so
brina. Y por mi vida que será su ventura y vos no perderéys nada. tía: Señor,
está rebuelta y mal aliñada, mas porque vea vuestra merçed cómo es dotada
de hermosura, quiero que pase aquí abaxo su telar y verala cómo texe. diomedes:
Señora mía, pues sea luego. tía: ¡Aldonça! ¡Sobrina! ¡Desçíos acá, y veréys
mejor! loçana: Señora tía, aquí veo muy bien, avnque tengo la vista cordo
uesa, saluo que no tengo premideras. tía: Desçí, sobrina, que este gentil ombre
quiere que le texáys vn texillo, que proueheremos de premideras. Vení aquí,
hazé vna reuerencia a este señor. diomedes: ¡Oh, qué gentil dama! Mi señora madre,
no la dexe yr, y suplícole que le mande que me hable. tía: Sobrina, respondé
a esse señor, que luego torno. diomedes: Señora, su nonbre me diga. loçana:
Señor sea vuestra merçed de quien mal lo quiere. Yo me llamo Aldonça, a seruicio
y mandado de vuestra merçed. diomedes: ¡Ay, ay, qué herida! Que de vuestra parte
qualque vuestro seruidor me á dado en el coraçón con vna saeta dorada de amor.
loçana: No se marauille vuestra merçed, que quando me llamó que viniese abaxo, me
pareçe que vi vn mochacho, atado vn paño por la frente, y me tiró no sé con
qué; en la teta yzquierda me tocó. diomedes: Señora, es tal ballestero que de vn mismo
golpe nos hirió a los dos. Ecco adonque due anime in vno core. ¡O, Diana! ¡O, Cupido!
¡Socorred el vuestro sieruo! Señora, si no remediamos con socorro de médicos
sabios, dubdo la sanidad, y pues yo voy a Cáliz, suplico a vuestra merçed se venga co
migo. loçana: Yo, señor, verné a la fin del mundo, mas dexe subir a mi tía arriba y, pues
quiso mi ventura, seré sienpre vuestra más que mía. tía: ¡Aldonça! ¡Sobrina! ¿Qué hazéys?
¿Dónde estáys? ¡O, pecadora de mí! El ombre dexa el padre y la madre por la
muger, y la muger oluida por el ombre su nido. ¡Ay, sobrina! Y si mirara bien en vos,
viera que me aviedes de burlar, mas no tenéys vos la culpa, sino yo, que teniendo
la yesca, busqué el eslauón. ¡Mirá qué pago, que si miro en ello, ella misma me hizo alcagüeta!
¡Va, va, que en tal pararás!